En entrevista con diario La Tribuna, el padre expresó que la única alternativa disponible dentro del sistema escolar es estudiar online, “él me está exigiendo que quiere ir al colegio, y ellos me dicen que no, que la única opción es estudiar por internet”.
(Leer noticia completa en La Tribuna)
Según un estudio realizado por la institución Acción Educar, en la región del Biobío, al año 2022, se encontraban 313 mil estudiantes matriculados en la educación escolar a nivel regional, donde de ese número al menos un 16,7% de ellos presenta necesidades educativas especiales transitorias y un 5,8% presenta necesidades educativas especiales permanentes.
Esto representa en la región del Biobío que uno de cada cinco estudiantes matriculados en el sistema escolar presentan una necesidad educativa especial, siendo la región que lidera las cifras a nivel nacional en este sentido.
Dentro de este último porcentaje, se encuentra la historia de John Sanzana y su hijo, a quien no logró matricular en primer año básico debido a que el sistema de admisión escolar lo dejó en lista de espera en cuatro establecimientos diferentes de la ciudad de Los Ángeles, por lo que hasta el día de hoy el menor no ha logrado asistir a clases en un colegio formal.
Como cuenta este padre, el niño además de necesitar la educación formal obligatoria para primero básico, necesita también la ayuda de la educación especial diferencial ya que su hijo tiene autismo, y la única opción que le queda a estas alturas del año escolar es tomar clases particulares, con todo el gasto que esto conlleva para la familia.
Según este padre, esta era una situación que veía venir, ya que le habría pasado lo mismo anteriormente al ingresar su hijo al jardín, afirmó que “cuando empezó a estudiar mi hijo, hace años atrás, cuando estaba chiquitito, me pasó lo mismo. Nadie me lo quería recibir, y yo dije, no, me va a pasar lo mismo otra vez. Y me pasó”. También menciona que “hoy día ya empieza con una profesora, le encontré a una profe para que le haga clases en la casa. Pero sí son gastos, porque tengo que verle a una profesora, tengo que verle una fonoaudióloga y tengo que verle a otra profesora de inglés y lenguaje que le empiece a enseñar otras cosas, a él le encanta el inglés”.
Leer noticia completa en La Tribuna