Por Borja Besa, investigador legislativo de Acción Educar.
Empecemos a hablar con la verdad, esa que nos hará libres, al contrario de lo que le está ocurriendo a la educación en la Convención Constitucional. La semana pasada comenzó por fin a discutirse en la Comisión de Derechos Fundamentales el derecho a la educación, presentándose en primer lugar las iniciativas populares de norma que alcanzaron la cantidad de firmas necesarias para ello.
Varias de ellas se refirieron y consagran en su articulado a los a esta altura ya bien conocidos derechos humanos de la libertad de enseñanza y derecho preferente de los padres para educar a sus hijos.
A raíz de lo anterior, algunos convencionales señalaron extrañamente, por decir lo menos, que en la Convención aún no se ha votado nada en relación a la educación, ni en la Comisión de Derechos Fundamentales ni en el pleno, por lo que hay que partir planteando “la verdad”. Imagino que para despistar y tranquilizar a aquellos menos informados.
¿Estamos siendo alarmistas? ¿Haciendo algún tipo de campaña del terror de forma injustificada? Las señales son claras, veamos algunas de ellas.
Primera señal. Al momento de discutirse en la Convención el catálogo de derechos fundamentales que se verían y regularían, la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres a elegir la educación de sus hijos fueron rechazados, y pese a los intentos que se hizo por reponerlos, no fueron incluidos para discutirse dentro de los 44 derechos que pasaron a dicha comisión. Es decir, en votación se rechazó siquiera discutir estos derechos, por lo que si éstos no fueran incluidos nuevamente por una iniciativa popular de norma o por medio de una indicación de algún convencional, simplemente no estarían incluidos en la discusión.
Segunda señal. Al intentar incluir, por medio de una indicación como dijimos, el derecho de los padres a que sus hijos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones, es decir, sin tener que aceptar una que se les imponga, esta fue inmediatamente rechazada.
Tercera señal. Hace pocos días, el pleno aprobó un artículo que consagra una educación sexual integral única, sí, única. Poderosa señal en contra de la libertad de enseñanza y derecho de los padres a educar, en un ámbito tan importante como el sexual.
Cuarta señal. En una entrevista, el ministro de Educación dijo que la libertad de enseñanza “es algo que no es discutible y que hay que defender plenamente”. Ante ello, la coordinadora de esta comisión, en la que se quiere hacer creer que no hay peligro para estos derechos humanos, comentó por redes sociales que la declaración del ministro era “desafortunada”.
Con todas estas señales, muy preocupantes por lo demás, algo se asoma la verdad, una que lamentablemente en este caso no nos hace libres, sino todo lo contrario. ¿Tanto les asusta la libertad? Intentarán eliminar la diversidad; ovejas mansas todas iguales y aprendiendo bajo el alero del gran Estado controlador. Ya nos enseñó Orwell como terminó eso en la granja.