Encuesta de la U. de Chile a sus alumnos de primer año revela que casi la mitad son hijos de padres no profesionales.
Van en aumento
6.309 mechones entraron en marzo recién pasado a la Universidad de Chile. De ellos, 8296 respondió voluntariamente una encuesta, cuyos resultados se plasman en el “Informe de Admisión y Caracterización de Estudiantes Nuevos 2017”. Uno de los datos más interesantes que arrojó la consulta es que 4696 de los mechones pertenecen a la primera generación de sus familias en entrar a la universidad. Es decir, sus padres no son profesionales.
“Es una tendencia que viene aumentando; el 2016 era 4296”, explica Carlos Rilling, jefe de Gestión Académica del plantel. “Tenemos programas de equidad en el acceso, para que alumnos de entornos socioeconómicos vulnerables entren a la universidad. Conforme esos programas se han ido expandiendo, hemos podido recibir a más estudiantes de primera generación”, destaca.
¿Para qué sirve esta encuesta? La idea es conocer mejor a estudiantes cada vez más diversos y diseñar clases acordes a este universo heterogéneo. En el caso de los alumnos de primera generación, específicamente, este resultado es de mucha utilidad, pues la educación superior es un territorio nuevo para el mechón y su familia. “Distinto es para un estudiante que tiene un entorno familiar vinculado a la universidad entender cosas como echarse un ramo o postergar un semestre. Los códigos estructurales de la U les son mucho más propios. Para los que entran por primera vez, todos son elementos nuevos, por lo que es importante que podamos desarrollar mecanismos para acompañarlos y aproximarlos a la cultura universitaria”, agrega Rilling.
Premio salarial
A comienzos de este siglo, para el censo 2002, solo 1696 de la población dijo haber egresado educación superior. Es decir, para la mayoría de los chilenos (muchos de ellos, padres de los actuales mechones), llegar a un campus universitario aparecía como una opción bien lejana. Y según la encuesta Casen 2015, el 19,8% de los chilenos mayores de 25 años declaraba tener “educación superior completa”. Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, opina que una de las causas del aumento de jóvenes de primera generación en las universidades chilenas es que nuestra educación superior entrega oportunidades de acceso que antes no estaban disponibles. “Es una señal del éxito que ha tenido en esta materia el sistema educacional: al tener una mejor preparación, los estudiantes acceden a mejores trabajos y remuneraciones que los que tienen sus padres”, señala.
¿Cuánto más? “Chile tiene el premio salarial más alto de todos los países de la OCDE”, dice Figueroa. “Esto significa que una persona que pasa por la educación superior gana en promedio 2,6 veces más que un joven que sólo termina la enseñanza media. Por eso es muy relevante que más jóvenes accedan a estas oportunidades”, recalca.
El rol de los padres
Ernesto Treviño, director del Centro para la Transformación Educativa (Centre UC), subraya que este fenómeno está en pleno crecimiento.
“Muestra que los jóvenes de nivel socioeconómico bajo tienen la oportunidad de romper con la transmisión intergeneracional de las desigualdades educativas y sociales. Y muestra también que la población valora ampliamente la educación como un medio para mejorar, no solo socialmente, sino como personas y ciudadanos”, comenta.
También subraya el papel clave de las familias de estos alumnos que se estrenan en las aulas universitarias. “Los padres tienen un rol central. Aunque en ocasiones no pueden ofrecer recomendaciones concretas para insertarse en la universidad, sí pueden apoyar emocionalmente para el duro tránsito de la educación media a la superior”, concluye.