“El mecanismo de gratuidad que se está tratando de implementar choca lamentablemente con ampliar las posibilidades de elección de los jóvenes”, dice Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar.
Por W. Guerra
“Decidir la forma de criar y educar a los hijos”. Esa es la libertad más importante según los chilenos que respondieron al Índice de la Libertad 2016, encuesta realizada por la Fundación para el Progreso y Adimark, dada a conocer este lunes.
El estudio que se realizó en forma presencial a 1.505 personas mayores de 18 años, de todos los niveles socioeconómicos, arrojó que poder criar y educar a los hijos es más importante que otras libertades, como que el gobierno respete la vida y la integridad de las personas, y la libertad para que las mujeres puedan decidir plenamente sobre embarazarse y tener hijos, que ocuparon los siguientes puestos.
“Que la libertad de criar y educar a los hijos haya sido la más importante según los encuestados, tiene relación con el debate educacional del último tiempo, particularmente con la noción de que la reforma educacional iba a tener mayor injerencia (gratuidad universal), pero eso no se cumplió y, por tanto, sigue siendo un tema pendiente”, resume Jorge Gómez, director de Investigación de la Fundación para el Progreso.
Libertad de educar versus gratuidad
Para el diputado e integrante de la comisión de Educación Jaime Bellolio (UDI), la libertad de educar a los hijos ‘no debiera nunca contraponerse a la gratuidad en educación. Nuestra idea es que nunca la plata sea un obstáculo para ingresar a la educación superior. Pero una barrera es cuando el gobierno de turno limita la diversidad y autonomía de las instituciones y olvida la calidad, haciendo que los estudiantes solo puedan escoger lo que al gobierno de turno le gusta, y no sobre la real diversidad de la sociedad’.
Su colega de Revolución Democrática, Giorgio Jackson, también cree que “en ningún caso la libertad de educar debiera contraponerse con la gratuidad en educación. La libertad de educación es algo que debemos cuidar, pero no tergiversar como concepto. Me refiero a la libertad de los padres para poder educar a sus hijos en función de sus valores. No tiene que ver con que el Estado tenga que financiar la educación que uno quiera como si fuera un supermercado. Se trata de tener instituciones de calidad para acceder”.
Restricciones e incertidumbre
Raúl Figueroa, director ejecutivo del centro de estudios Acción Educar, acota que “el mecanismo de gratuidad que se está tratando de implementar choca lamentablemente con ampliar las posibilidades de elección de los jóvenes, porque este mecanismo condiciona la gratuidad al cumplimiento de una serie de exigencias y restricciones que impone el Estado y, por esa vía, las instituciones gratuitas se reducen. Cuando hablo de esas exigencias y restricciones me refiero a que la gratuidad permite que el Estado fije los aranceles de las universidades y fije el crecimiento de las universidades, o sea, sus vacantes. Y eso provoca importantes déficit financieros en las instituciones y una pérdida de autonomía si quieren desarrollarse más allá de los recursos que la gratuidad permite. Eso lleva a que varias universidades hayan optado por no entrar a la gratuidad y eso genera distinciones en el sistema”.
El analista añade que “en ese sentido es más coherente un mecanismo bien diseñado de becas que pone el énfasis en que los jóvenes puedan escoger entre una amplia gama de proyectos en vez de la gratuidad, que restringe sus posibilidades de escoger”.
Roberto Méndez, director de Adimark, empresa que participó en la confección de la encuesta, sostiene que “(la gratuidad) es un proyecto que no se ha terminado de implementar y que ha causado cierta inquietud, y eso está afectando a la gente. Hay cierta incertidumbre en las personas sobre la libertad de educar a sus hijos y no es solo sobre educación superior, sino que también con reformas que se han hecho en educación secundaria y básica”.