Según el ente estatal, también se detectaron cotizaciones y arriendos impagos, además de procesos judiciales pendientes. La universidad afirma que busca cómo seguir adelante.
Por Javiera Herrera y Dierk Gotschlich
Hasta la tarde de ayer, la Universidad La República ofrecía matrículas gratis en su página web. Esto cambió luego de que la Superintendencia de Educación Superior (SES) informara que pidió el cierre del plantel privado creado en 1988, debido a una “grave crisis financiera, patrimonial y administrativa”.
Ahora, es el Ministerio de Educación el que debe aprobar la medida, la primera en este tipo que toma la SES, para que luego se nombre a un administrador de cierre.
El superintendente Jorge Avilés comenta que en diciembre de 2019 se inició una investigación debido a que la casa de estudios presentaba varios indicadores de riesgo y que en junio de 2020 se instruyó un proceso sancionatorio.
“Hubo una serie de hallazgos que dan cuenta de una situación supergrave”, asegura. Por ejemplo, “logramos detectar un déficit financiero muy grande que no les permitía contar con los recursos suficientes para cubrir todos los costos y gastos operacionales que tenían. Tenían deudas de arrastre por casi $14 mil millones”.
Además, la universidad -no acreditada y con 11 sedes en el país-presenta 4.105 deudas previsionales y demandas por $5 mil millones por el no pago de cotizaciones. También figuran demandas comerciales por más de $9 mil millones, una baja sostenida en su matrícula (pasó de 5.227 a 3.299 alumnos entre 2018 y 2020), el no pago de arriendos y pérdida de la información curricular de los estudiantes.
Con todo, la casa de estudios presentó un plan de recuperación, el cual fue rechazado por la superintendencia, pues “no permite dar garantías de solucionar ninguno de los problemas identificados, y por eso nosotros llegamos a la certeza de que este proyecto educativo tiene un nivel de deterioro que es irreversible, que no da garantías para que la institución pueda continuar en el tiempo”, asevera Avilés.
La universidad, en tanto, aseguró que es una decisión “dura”, y mediante un comunicado enviado a la comunidad, la rectoría, encabezada por Fernando Lagos, indicó que están dedicados “a buscar recursos y colaboraciones que permitan afrontar este difícil momento”.
La rectoría también invocó “a todos aquellos a quienes este proyecto representa en lo espiritual y en lo fraterno y se unan con nosotros, para generar las condiciones para dar viabilidad al último centro de reflexión laico, independiente, libre y no empresarial que subsiste”.
¿Y las matrículas?
Hoy termina el proceso de inscripción en los planteles de educación superior. En ese contexto, “el llamado que les hacemos a los estudiantes es doble: primero, que dejen en espera cualquier matrícula en la institución”, dice el subsecretario del área, Juan Eduardo Vargas. Esto, por lo menos hasta que se resuelva si procede el cierre.
Y segundo, asegura que “vamos a estar encima de este asunto para que, a la brevedad posible, podamos dar todo tipo de facilidades a efecto de que, eventualmente, de ser el caso, puedan ser reubicados”.
Esta no es primera vez que la U. La República atraviesa dificultades. Hace casi 10 años, por ejemplo, enfrentó problemas financieros e incluso se nombró un síndico de quiebras.
Así, respecto de por qué ahora se emana la solicitud de cierre, el superintendente considera que “se están produciendo los necesarios ajustes que tenían que ocurrir en el sistema. Esto da cuenta de que la nueva institucionalidad funciona, que hay una regulación que es más estricta para todas las casas de estudios”.
En la misma línea, la directora ejecutiva de Acción Educar, Magdalena Vergara, afirma que “el cierre de una institución, como tal, no es positivo, pues implica que algo falló. Sin embargo, sí es positivo que la superintendencia sea capaz de identificar aquellos casos de instituciones que tienen falencias”.