Columna en El Líbero: Fortalecer la educación técnico-profesional

Por Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar.

Los últimos años la matrícula de la educación técnica–profesional en educación superior ha aumentado considerablemente, alcanzando ya casi un 50% del sistema. Esto se debe a diversos factores relacionados a una mayor oferta, mejores ayudas financieras y también -y de manera relevante- a que representa cada vez más una alternativa viable para los estudiantes y sus familias. Por lo mismo, desde el 2010 que los alumnos de primer año superan a la modalidad universitaria.

Sin embargo, este crecimiento no ha ido de la mano con iniciativas que busquen su fortalecimiento. Al contrario, ha sido postergado mediante políticas que han significado una clara discriminación para sus estudiantes, quienes suelen ser los más vulnerables. Basta recordar la discusión de la Ley de Educación Superior para constatar que este sector estaba lejos de las prioridades de las autoridades del momento.

A raíz de lo anterior, queda en evidencia la mirada cortoplacista del debate y, en consecuencia, el diseño de las políticas no ha considerado el crecimiento y desarrollo de nuestro sistema, faltando una discusión seria sobre el aporte que significa la educación técnico profesional al país. Al mismo tiempo, no se analiza el sistema en su conjunto, cuestión que se ve reflejada en la falta de continuidad entre el nivel escolar y superior y la diferenciación entre las diversas modalidades. El ejemplo insigne es la PSU, que mide los conocimientos conforme al currículum escolar sin considerar las diferencias existentes -hasta hace unos meses- entre los colegios científico humanistas y técnico profesionales, discriminando a estos últimos que aprenden la mitad de contenidos que evalúa la prueba, dejando a este sector como un “second best”.

Con todo, en el último tiempo se han realizado una serie de cambios al sistema que van en la línea de una mejor articulación y reconocimiento del aporte de la educación técnico profesional. Parte del compromiso de este gobierno era justamente fortalecer esta modalidad, cuestión que hasta el momento sólo se había visto en la propuesta de gratuidad hasta el séptimo decil, que nuevamente dejaba la calidad de lado centrándose netamente en lo financiero. Por tanto, es destacable el cambio curricular en tercero y cuarto medio que pone una base común entre las modalidades; también el convenio de convalidación que hace unos días presentó el Mineduc que permitirá a estudiantes convalidar asignaturas con la educación superior, siendo un primer paso para potenciar la articulación del sistema. Sin duda este tipo de programas que ponen foco en la calidad son las que se deben seguir impulsando.

Por supuesto, aún queda mucho por avanzar. Actualmente tenemos pendiente dos desafíos importantes: la calidad y el sistema de acceso. A partir de este año todas las instituciones deberán estar acreditadas y el sector TP está atrasado en esta materia respecto del universitario. En esta misma línea, los criterios y estándares respecto de los cuales deberán acreditarse y que se están elaborando deben tener en consideración las particularidades de este tipo de planteles, para que no terminen siendo una restricción a su crecimiento. Respecto del acceso, la ley abre por primera vez la posibilidad de crear un sistema que articule las modalidades técnico profesional y universitaria, que sea transparente, objetivo, y que ponga fin a las discriminaciones que han existido hasta hoy.

Es urgente que los espacios sean tomados por este tipo de debates y levantemos los ojos del financiamiento que nos ha mantenido sumidos en un hoyo sin fondo. Una mirada integral de la educación y de cara a los desafíos del futuro requiere poner el foco en la calidad y equidad y discutir los aspectos sustanciales de nuestro sistema.

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Escrito por Magdalena Vergara Vial

Ex directora ejecutiva de Acción Educar