Por Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar.
En el debate de educación superior insistentemente se han levantado conjeturas que apuntan a una supuesta necesidad de potenciar la representación de las universidades estatales dentro del sistema. Dichas instituciones abarcan solo el 15% de la matrícula y ciertos grupos han abogado por la necesidad de expandir sus cupos, exigiendo llegar al 50% de la totalidad de alumnos del sistema.
Representantes de estas instituciones han llegado a afirmar que los jóvenes desearían ingresar a sus planteles, pero no lo hacen por falta de vacantes. En esa misma línea, dan a entender que la expansión de la matrícula privada sería producto de la falta de oferta estatal y que las universidades privadas serían una opción por descarte para los estudiantes.
Un reciente estudio de Acción Educar, utilizando datos de los procesos de admisión 2015 y 2016 del DEMRE, analizó la elección de los estudiantes al momento de postular a las distintas universidades que forman parte del Sistema Único de Admisión. Particularmente, se puso atención a la primera preferencia y al puntaje PSU promedio obtenido entre lenguaje y matemática de quienes postulan. Un mayor puntaje otorga más opciones de ser seleccionado y, por ende, existen mayores probabilidades de que un estudiante ponga en primera preferencia la universidad a la que siempre consideró su primera opción. Es por esto que se tomó en consideración solo a aquellos que obtuvieron más de 600 puntos promedio, dado que bajo ese umbral el orden de postulación podría responder más a decisiones estratégicas que a las verdaderas inclinaciones (postulo donde tengo más opciones de ser seleccionado, y no donde realmente quiero estudiar).
Los resultados muestran que las universidades más preferidas por los estudiantes con más de 650 puntos promedio PSU son las privadas pertenecientes al Consejo de Rectores (CRUCh), mientras que en el tramo de postulantes entre 600 y 649 puntos, las instituciones estatales logran la delantera. Sin embargo, el sistema cuenta con dos grandes universidades históricas, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica. Estas dos instituciones, efectivamente son las grandes preferidas por los postulantes con más de 600 puntos, y al excluirlas de sus correspondientes categorías resulta que las “otras privadas del CRUCh” (todas menos la PUC) son siempre más preferidas que las “otras estatales” (todas menos la U. de Chile). Además, las universidades privadas fuera del CRUCh no se quedan atrás, dejando en evidencia que son tan preferidas como las “otras estatales”.
Otra forma de analizar qué tan preferidas son las universidades se muestra en el gráfico siguiente[1], que presenta la distribución de puntaje PSU obtenido por quienes postulan en primera preferencia a cada institución. Si consideramos el puntaje como un indicador de mayor probabilidad de ser seleccionado, y por ende, mayor libertad de elegir la universidad preferida, este gráfico muestra qué tan competitivas son las instituciones. La PUC es la más competitiva de todas, seguida por la U. de Chile y luego por las privadas del CRUCh. Se puede apreciar claramente también que las universidades privadas fuera del CRUCh y las “otras estatales” se encuentran en un nivel altamente similar.
El análisis permite afirmar que los estudiantes efectivamente tienen capacidad para escoger a qué institución de educación superior ingresan, dado que incluso aquellos que tienen altas probabilidades de ser seleccionados tienen primeras preferencias diversas. Por otro lado, también queda demostrado que los postulantes no necesariamente desean ingresar a universidades del Estado, eligiendo voluntariamente otros proyectos educativos incluso cuando cuentan con puntajes PSU que les permiten elegir libremente dónde cursar sus carreras. Así, se derriba la idea de que se debe expandir la matrícula estatal, al menos bajo dicho argumento.
Dados estos resultados, es importante que las políticas públicas de educación superior reconozcan estas preferencias diversas y no promuevan medidas que busquen expandir forzosamente un tipo de institución en particular. Lo que dicen las propias preferencias de los estudiantes es que el Estado debe promover la diversidad del sistema, pues todos los proyectos son valorados.
[1] Llamado “diagrama de caja y bigotes”, está basado en los cuartiles de la variable de interés y permite visualizar su distribución. Las tres líneas de la caja representan los cuartiles Q1, Q2 (mediana) y Q3, en ese orden. Por otro lado, los bigotes representan el valor mínimo y máximo de la distribución.