Columna en El Líbero: Simce, el culpable

No se explica tanto encono. Quizás lo que molesta de esta prueba es que revele los bajos resultados de nuestro sistema educacional, lo que es inconveniente para un gremio, el Colegio de Profesores.

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Frente a una situación de crisis, una estrategia comunicacional que ha rendido muchos frutos en la historia es buscar, o más bien designar, un culpable. Es una reacción humana visceral, y por eso fácilmente manipulable. Este o aquel elemento tiene la culpa de todo lo malo que nos pasa. Si fuera eliminado, entonces todo estaría mejor.

En educación hemos tenido varios “culpables”, pero al parecer nunca damos con el correcto. Primero fue el lucro. Las escuelas particulares subvencionadas que eran sospechosas de retirar utilidades eran las culpables de la mala calidad de la educación. Se eliminaron, pero hasta el minuto no se han visto resultados concretos. Luego el copago: quienes contribuían con su dinero a educar a sus hijos no eran más que arribistas, que solo querían separarse de los demás (el ex ministro Nicolás Eyzaguirre explicó su argumento con claridad insuperable en 2014: “Las familias son seducidas por ofertas de colegios inglés (sic) que sólo tienen el nombre en inglés y que le ofrecen al niño que posiblemente el color promedio del pelo va a ser un poquito más claro»). Se eliminó buena parte del copago, y hasta el momento, no hay evidencia de que nuestro sistema educacional sea menos segregado que antes, a pesar de ser casi universalmente gratuito. Luego, la selección. Los colegios, en su ambición por educar al menor costo posible, excluyen a quienes son diferentes, y solo admitían a quienes son fáciles de educar. Llevamos varios años de aplicación de sistema centralizado de admisión escolar, sin selección alguna, y no hay evidencia que nuestro sistema sea más inclusivo. Ya no hay colas, eso es cierto.

Correrán ríos de tinta explicando que todas estas medidas eran necesarias y fundamentales para tener un buen sistema educativo, y que es muy pronto para evaluar. No lo descarto. El tema es que fueron presentadas a la opinión pública como balas de plata que no fueron. Como culpables que originaban un espiral negativo que viciaba nuestro sistema y lo condenaba a su mediocridad. Pero, eliminados (hace varios años ya), nada ha cambiado aún. Ahora vienen por el Simce.

El argumento que quiere convertir al Simce en el nuevo culpable de todos los males está lleno de causalidades que no han sido probabas. Se dice que los profesores están estresados. Probablemente sea así (¿hay algún rubro libre de esto?), pero ¿es su causa el Simce? Nos dicen que reduce el currículum, obligando a los colegios a centrarse solo en lectura, matemática y ciencias, las materias evaluadas por la prueba. Pero estas son asignaturas importantes, habilitantes para los otros aprendizajes, ¿de verdad la razón por la cual son priorizadas por los colegios es por el Simce? ¿No será que una lectoescritura sólida y habilidades matemáticas básicas son simplemente claves para el futuro de cualquier estudiante? El ministro argumenta que el Simce se ha usado mal, para hacer rankings, para categorizar y cerrar escuelas. Bueno, entonces busquemos asegurar su buen uso, no eliminarlo.

El Simce es poco más que una prueba estandarizada que permite monitorear una parte de los logros de aprendizaje de los colegios año a año. Es algo evidentemente necesario. No se explica tanto encono. Quizás lo que molesta es que revele los bajos resultados de nuestro sistema educacional, lo que es inconveniente para un gremio, el Colegio de Profesores. De hecho, varias veces han llamado a boicotearlo, y fueron ellos los primeros en postular que no bastaba suspender el Simce este año, sino eliminarlo para siempre, lo que el ministro anunció días después. Quizás por ahí debiéramos empezar a buscar culpables.

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Escrito por Daniel Rodríguez Morales

Director ejecutivo de Acción Educar.