Columna en El Mercurio: Aprendizajes y desafíos de la pandemia; colaboración en educación superior

Por Tania Villarroel, directora de Estudios de Acción Educar; y Ana María Peñafiel, investigadora senior de Acción Educar.

La pandemia puso a prueba el sistema de educación superior. Afortunadamente, la crisis mostró que tenemos un sistema que permite flexibilidad, rápida adaptación y colaboración, lo que da esperanzas para enfrentar los desafíos que vendrán.

Durante el último año y medio, las instituciones de educación superior (IES), tanto estatales como privadas, se adecuaron con rapidez a la modalidad a distancia y aunaron sus fuerzas para combatir la enfermedad.

El espíritu de colaboración que aparece en momentos difíciles es lo que debemos rescatar de este período para enfrentar los desafíos aún pendientes. Uno de ellos es el nuevo sistema de acceso que está en implementación, el cual debe seguir perfeccionándose para proporcionar la flexibilidad que permita hacerse cargo tanto de la diversidad de las IES como de las preferencias de los estudiantes.

Es relevante poner énfasis no solo en el ingreso a la universidad, sino también en la culminación de las trayectorias educativas y en la articulación con el nivel secundario. Más allá de las mejoras a la prueba, esto requiere de una mirada profunda del sistema, ya que ningún instrumento por sí solo cumple todos los objetivos que debe tener un sistema de acceso.

En cuanto al financiamiento, hoy se observa que el gasto público en educación superior ha tenido un aumento sostenido desde los inicios de la Gratuidad. De hecho, un estudio de la Contraloría (2020) señala que el gasto público en este nivel educativo se incrementó en un 160% entre los años 2011 y 2019, donde dos tercios de dicho aumento son explicados por el costo de la Gratuidad.

Lo complejo es que esta inversión no se ha visto acompañada del efecto en equidad que se buscaba. Los datos de la última encuesta Casen, previa a la pandemia, muestran que la participación neta de los estudiantes vulnerables en la educación superior no ha aumentado desde que se implementó. Peor aún, los incentivos generados por la política provocaron una concentración de los estudiantes vulnerables en los planteles adscritos, afectando de manera negativa la diversidad socioeconómica observada al interior de las IES. Así, todavía debemos buscar un sistema de financiamiento que sea realmente equitativo y a la vez sustentable a largo plazo.

Por último, la pandemia nos enfrenta a un nuevo reto: cómo convivir con el covid-19. Se deben desarrollar soluciones para entregar algo de certidumbre a las comunidades educativas, poniendo al centro al alumno, sus aprendizajes y su bienestar socioemocional. Para lograr esto, el sistema debe guiar y apoyar a las instituciones, generar redes para que compartan sus experiencias, pero, al mismo tiempo, permitir que cada una adopte las medidas que mejor se condicen con su contexto. El desarrollo de diagnósticos, diseño e implementación de planes para lidiar con la convivencia con el coronavirus es el primer y más relevante desafío que enfrentan todas las IES. Por lo mismo, debiesen enfrentarlo de forma colaborativa.

Continuar avanzando

En suma, la pandemia nos mostró que tenemos un sistema de educación terciario resiliente y que puede trabajar coordinadamente. Esperamos que este sentido de urgencia y colaboración sea un aprendizaje que nos permita enfrentar los temas pendientes, utilizar las instancias existentes -como el Consejo Asesor para la Educación Superior- sin enredarse en quién es el que está contribuyendo, sino que, por el contrario, enfocándose en cómo ayudar al sistema en su conjunto.

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Escrito por Tania Villarroel Oyarzún

Directora de Estudios.