El nuevo ministro de Educación reconoció en una reciente entrevista que “tenemos una tarea pendiente en educación parvularia”. Es valorable que el jefe de la cartera reconozca la negligencia de la gestión ministerial para con la educación inicial. El gobierno actual se comprometió con fortalecer este nivel educativo. Tristemente, la promesa pronto fue desatendida, por no decir olvidada. Ahora, es pertinente precisar que fortalecer la educación preescolar no supone una tarea pendiente, sino varias.
La educación inicial es crucial para el desarrollo neurológico de los niños, además de ofrecer más retornos para la sociedad que cualquier otra etapa educativa. No obstante, el nivel ha presentado, históricamente, una menor cobertura y asistencia que los niveles escolares, y durante los últimos años, la situación se ha exacerbado. La reciente encuesta Casen reportó una caída significativa de 2,3 puntos porcentuales en la proporción de niños menores de 6 años que asisten a la educación parvularia en los últimos 5 años, llegando a un mero 48,8% en 2022.
Sumado al problema de cobertura, ha disminuido la valoración de los apoderados por la educación inicial. Desde el año 2017 al 2022, aumentó en 5 puntos porcentuales la proporción de padres que no envían a sus hijos al jardín infantil por no considerarlo necesario (de 10,8% a 15,8%). Ante esto, el Mineduc ha respondido con orientaciones y documentos escritos para fomentar la asistencia. Pero las medidas, a todas luces, han sido insuficientes. Entre marzo y mayo de este año (última información disponible) la asistencia promedio a la educación parvularia ha disminuido sostenidamente, de 84,1% a 75,7%. En mayo de 2023 la mayoría (51,6%) de los alumnos de educación preescolar presentan inasistencia grave (asistieron a menos del 85% de las clases).
Como si fuera poco, la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) no cuenta con datos centralizados y de calidad de la matrícula, por lo que actualmente no es posible identificar cuáles son las zonas en donde hacen falta más recursos o educadoras. Por otro lado, el criterio para asignar presupuesto a jardines infantiles no está definido con claridad y difiere según la dependencia administrativa. Hace falta transparencia y rigurosidad en este ámbito, de modo que los fondos se asignen a los jardines de manera justa.
Estos son solo algunos de los desafíos pendientes de abordar, sumado a la reactivación educativa en todos los niveles. ¿Cómo procedemos? La forma más rápida de atacar la falta de cobertura es impulsando el proyecto de ley de Kínder obligatorio. De igual modo, es imperativo impulsar campañas más efectivas para concientizar a los apoderados acerca de la importancia de la educación preescolar. Respecto a los datos, la Subsecretaría de Educación Parvularia tiene la tarea de recolectar y centralizar la información de matrícula de los jardines infantiles del país, de modo que sea posible ilustrar con precisión los lugares en donde es más urgente actuar. Adicionalmente, debe haber transparencia en la regla de asignación de recursos para los jardines infantiles, y esta no puede establecerse de manera desequilibrada.
No tenemos una tarea pendiente en educación parvularia. Son varias, y debemos tomar medidas concretas lo antes posible, de lo contrario, toda una generación verá comprometidos sus aprendizajes. Sin raíces el árbol no puede dar frutos.