Un total de 89.973 alumnos provenientes del sistema municipal rindió la última PSU, pero tan sólo un 28% tuvo la opción –gracias a su puntaje- de postular a alguno de los 41 planteles adscritos al Sistema Único de Admisión.
El lunes 14 de enero se publicaron los resultados referentes a las postulaciones a las universidades adscritas al Sistema Único de Admisión, entre ellas 27 del Cruch y 14 planteles privados. Pero más allá de dar cuenta de la cifra de postulantes, hubo un dato que no pasó desapercibido: sólo un 28% de alumnos en este proceso proviene de establecimientos municipales. A esto, se suma la brecha de puntajes, ya que -por ejemplo- al comparar el promedio de Lenguaje y Matemática entre colegios particulares pagados y colegios municipales la diferencia es de 127 puntos a favor de los primeros.
Para entender esto, hay que considerar que durante 2018 fueron 264 mil los alumnos que rindieron la PSU, y de ellos, 89.973 pertenecían a recintos municipales. Sin embargo, tras no alcanzar los puntajes mínimos para postular a este grupo de 41 universidades, sólo un 28% de ellos pudo participar del Sistema Único de Sistema de Admisión (SUA). Y lo que es peor, de aquellos, sólo un 26% fue seleccionado, mientras que esta cifra fue de un 13% para los liceos técnico-profesionales.
Además, sólo 32.357 alumnos, es decir, un 35,9% de quienes rindieron la PSU y egresaron de colegios municipales, fueron seleccionados en las carreras de su preferencia. Una realidad que contrasta, por ejemplo, con el caso de los egresados de colegios particulares subvencionados, en donde un 47% de los que dieron la prueba quedó en las carreras de su preferencia.
Pero, ¿cuáles son los principales elementos que influyen en dichos resultados? Para Daniel Rodríguez, director ejecutivo de Acción Educar, “influyen muchos factores, todos relacionados. La PSU es muy sensible al nivel socioeconómico de los estudiantes, y la mayoría de los estudiantes de la educación municipal proviene de segmentos vulnerables. La PSU de alguna manera exagera esta diferencia. Sin perjuicio de ello, como ha mostrado reiteradas veces la Agencia de Calidad, el sector municipal, incluso controlando por nivel socioecómico, tiene peores indicadores de calidad y menores logros de aprendizaje”.
Para María Gabriela Huidobro, decana de la Facultad de Educación y Ciencias Sociales de la Universidad Andrés Bello, también entran en juego aspectos asociados al diseño de la PSU. “El sistema de admisión sólo contempla criterios académicos basados en resultados objetivos y no, por ejemplo, en habilidades blandas y capacidades potenciales. En el fondo, mide el resultado de la trayectoria o experiencia formativa que el estudiante tuvo, y no las posibilidades que tiene. No se centra en oportunidades, sino en logros, midiendo a todos con una misma vara, independiente de las diferencias de contexto que puedan haber afectado sobre dichos resultados”, destacó.
Siguiendo esta misma línea, y específicamente en relación a las bajas cifras asociadas a quienes provienen de liceos técnico-profesionales (TP), Mónica Silva, investigadora asociada a la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica de Chile, afirmó que “se entiende por cuanto la PSU no fue diseñada teniendo en cuenta a este grupo. Mide algo que ellos no han tenido la oportunidad de aprender, por tanto compiten en situación de desventaja con respecto a los alumnos que provienen de la rama científica humanista”.
Adicionalmente, según María Gabriela Huidobro, no se puede dejar pasar que “la distribución diferenciada de los estudiantes entre establecimientos municipales, particular subvencionados y privados, desde la educación prebásica, no sólo refleja brechas socioeconómicas entre uno y otro grupo, sino también da cuenta de las diferencias del capital cultural con el que cada estudiante llega a rendir la PSU y a enfrentar la admisión a la universidad. Y por capital cultural no sólo me refiero al nivel académico o a lo que sabe cada uno, sino también a los contextos en los que han crecido, a lo que su familia espera de él o ella, a las propias expectativas personales, a los tiempos que ha tenido para prepararse, a los recursos que ha tenido para ‘entrenar’ la PSU, a las trayectorias biográficas de sus amigos, familiares y entorno, etc.”
Por su parte, Juan Pablo Valenzuela, investigador del CIAE (Centro de Investigación Avanzada en Educación) de la Universidad de Chile, señala que está claro que “la principal razón es porque la PSU tiene una alta correlación con el desempeño socioeconómico”. El especialista afirma que “una segunda razón es la mayor proporción de chicos de los municipales que son de educación técnico- profesional”, entendiéndose que por temas de formación y otros motivos estos últimos corren con desventaja. Además, “para muchos que dan la prueba y están en el mundo TP su orientación no es quedar preferentemente en la universidad, entonces, el esfuerzo que van a hacer para el tema de la PSU es menor, y también muchos de ellos la dan y después no postulan”.
De igual manera, Valenzuela resaltó que en los colegios particulares pagados “hay una orientación mucho más alta en cuanto al tema del rendimiento de la PSU, mucho más incluso que en el caso de los estudiantes de buen desempeño académico pero que son más vulnerables y que van a los otros grupos de colegios”.
Es que –al parecer- existe consenso en cuanto a los motivos que generan esta brecha entre el sistema municipal y el privado. Así lo ratificó Juan Eduardo Vargas, jefe de la División de Educación Superior (Divesup) del Mineduc, quien señaló que “la baja cifra de los seleccionados del sistema municipal es una constante en el tiempoy las razones han sido materia de abundantes análisis. Es un problema complejo que no sólo responde al diseño de la PSU, sino a factores culturales, socioeconómicos y de brechas históricas en la calidad de la educación”.
Pero, ¿cómo se podría dar solución a este problema? Para el experto del CIAE se debería analizar primero cuál es el contenido curricular que debiese incorporar la PSU, y preguntarse- entre otros aspectos- si debería o no contemplar sólo hasta segundo medio, ya que hasta ahí hay un tema curricular compartido. “Después, lo que deberíamos hacer es ver si las preguntas tienen un sesgo social, pues debiera ser neutro ante el género y neutro socioeconómicamente hablando. Los ejemplos que se dan deben ser sobre contextos compartidos por todos los grupos socioeconómicos del país”.
Dentro de este escenario, el jefe de la Divesup afirmó que “aun cuando no tenemos manera de saber qué parte de esta baja cifra puede deberse al diseño de la PSU, tenemos claridad respecto a la necesidad que existe de hacer cambios en esa prueba, a fin de que no exista una discriminación hacia los estudiantes egresados de liceos técnico-profesionales”.
Por otra parte, y en relación a las alternativas que tienen quienes no fueron seleccionados a través del SUA, “hay una muy interesante opción en el mundo técnico- profesional al cual pueden acceder, en algunos casos sin necesidad de haber rendido la PSU. Para aquellos estudiantes que quieran postular tanto a los institutos profesionales, centros de formación técnica o universidades no adscritas al SUA, nuestra recomendación principal es que lo hagan en instituciones acreditadas. Esto garantiza un piso mínimo de calidad y mientras más años de acreditación tenga una entidad, es mejor para sus estudiantes”, explicó Juan Eduardo Vargas.