El Mercurio: La pandemia les ha robado a los universitarios experiencias sociales clave para su futuro

Conversaciones más cercanas con los profesores y encuentros extracurriculares con compañeros en los cuales contrastar realidades es parte de lo que han perdido los alumnos con el covid-19. Esto tendría un impacto en su desarrollo profesional, pero también en su formación como ciudadanos.

Por J. Marcano

“Las universidades no son lugares estáticos, tampoco son edificios. Las universidades son personas, y la educación es un ejercicio de humanidad”.

El planteamiento es parte de una columna de opinión, titulada “Qué han perdido los universitarios” y escrita por el rector de la Universidad de los Andes, José Antonio Guzmán, la cual fue publicada la semana pasada en este diario.

En ella, la autoridad plantea que, más allá de lo académico, la pandemia ha hecho que los alumnos de educación superior pierdan experiencias sociales que son comunes en esta etapa de la vida y que pueden ser claves para su futuro.

Mucho se ha hablado por estos días de cómo los niños han sufrido consecuencias en su salud mental debido al brote y al no poder ir a la escuela, por ejemplo.

Pero tanto Guzmán cómo otros especialistas en educación superior coinciden en la necesidad de mirar también a los universitarios.

Las conexiones humanas que suelen darse dentro de la universidad, señalan, tienen en un rol en su formación como estudiantes y ciudadanos.

Falta de cercanía

“El contenido de los cursos o el currículum es importante, pero no es todo lo que un estudiante busca en una universidad”, comenta Guzmán en entrevista con “El Mercurio”.

“La relación profesor-alumno y con los compañeros también es relevante para ellos, y eso está dado por la cercanía a través de actividades sociales”, añade.

En su columna, el académico explica: “Para esto se necesita algo más que una pantalla, porque requiere de una atención personalizada, profesores que los inviten a pensar, los desafíen, les hagan sentirse útiles, les recomienden un libro, los lleven a la contemplación. Y compañeros con los que contrastar realidades, apuntes o ideales. Por eso los años universitarios hacen de estos encuentros “presenciales’ experiencias transformadoras”.

Esa transformación, comenta Guzmán, finalmente enriquece sus proyectos de vida. De allí que el impacto de la pandemia en su futuro podría ser de magnitud.

Andrés Bernasconi, director del Centro de Justicia Educacional de la UC e investigador del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE), coincide en que el tema merece atención.

“Es cierto que les hemos puesto mucho énfasis a las consecuencias socioemocionales en los escolares, pero quizás hemos dejado de lado que los universitarios también son personas en formación que requieren una educación integral, y eso tiene una dimensión de bienestar y de socialización”.

Proyecto de vida

Magdalena Vergara, directora ejecutiva de Acción Educar, comenta que la educación universitaria tiene la característica particular de ayudar fuertemente a definir el futuro y lo que se quiere hacer con la vida.

“Y eso no se da únicamente en la clase, sino justamente en discusiones y debates extracurriculares, y es algo que no está ocurriendo tanto como se quisiera por la pandemia”, dice la especialista.

Y agrega: “Hay que entender que la educación online no fue diseñada para espacios de interacción social; entonces, poder discutir con los otros temas de experiencias o incluso de contingencia nacional se está perdiendo en este contexto, y eso está haciendo más difícil las interacciones enriquecedoras”.

Las consecuencias serían de distinto tipo. “Se pueden dar sentimientos de desmotivación y eso mismo terminar en deserción, e incluso cuestionamiento de la propia vocación”, cree Vergara.

Bernardo González, académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la U. de Chile y director de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios de esa misma casa de estudios, considera que también están en juego el fortalecimiento de la autonomía y el pensamiento crítico.

“Está demostrado que estas son cosas que adquieres no solo en la clase, sino que interactuando con compañeros en espacios de diálogo, de formación cultural, y esta generación está viviendo con el sacrificio de no tener eso”, plantea el especialista.

A todo esto se suma que el brote global incrementó en los estudiantes de educación superior la sensación de incertidumbre, plantea Guzmán.

“En momentos en los que se está en búsqueda de un horizonte, de un proyecto vital, los jóvenes encuentran en la universidad formación académica, pero también referentes que les ayuden a desentrañar el misterio que envuelve sus vidas”, dice.

Por eso, los entrevistados consideran importante crear estrategias para generar espacios que permitan una conexión más humana con sus profesores y sus pares (ver recuadro).

Todo, tomando en cuenta que aún se desconoce cuándo terminará la pandemia y la vida volverá a ser cómo se conocía.

Plan de acción mixto

Mantener la actividad académica con un balance entre lo digital y lo presencial a la vez que se buscan mecanismos para generar instancias de comunicación extracurriculares entre la comunidad universitaria es el desafío de aquí en adelante, coinciden los especialistas.

“Hacer un esfuerzo por buscar protocolos que permitan abrir las universidades y así los jóvenes puedan disponer de espacios para conversar con sus pares y realizar actividades, no solo ir a clase, puede ser una forma de enfrentar el problema”, según opina Magdalena Vergara.

El rector Guzmán también plantea que es importante ir abriendo espacios de a poco. “El lunes pasado aquí llegaron entre 700 y 800 estudiantes, algunos a clase, otros a la biblioteca, y tuvieron oportunidad de conversar. Creo que tenemos que aumentar esto, lógicamente cuidando los protocolos”.

Ver noticia en El Mercurio.