Según estudio de Acción Educar, el crédito estatal es levemente más eficiente para evitar la deserción. El “compromiso” de los alumnos de devolver los recursos estaría tras esta diferencia.
La deserción en la educación superior es un problema que afecta a muchos estudiantes, especialmente al inicio de sus carreras. En algunos casos, esto se debe a problemas personales de los jóvenes, pero también incide el sistema de financiamiento al que accedieron para costear sus estudios.
A tres años de la implementación de la gratuidad, el centro de estudios Acción Educar revisó los índices de deserción estudiantil según el tipo de ayuda que entrega el Estado y advirtió que los alumnos que tienen Crédito con Aval del Estado (CAE) abandonan levemente menos sus carreras que los que tienen gratuidad.
Por ejemplo, al analizar la situación de los estudiantes que entraron a primer año, se observa que solo el 55% de quienes no tienen ayuda fiscal llega al segundo año de carrera. Entre quienes tienen gratuidad, el 77% pasa de curso y entre quienes tienen CAE la retención es el 79%. Y eso puede llegar al 82% entre quienes tienen CAE y una beca estatal.
La directora ejecutiva de Acción Educar, Magdalena Vergara, dice que una hipótesis que podría explicar esto “es que debido a que los estudiantes deben devolver el crédito una vez que están trabajando, tienen más incentivos para terminar sus carreras y mejorar su posición en el mercado laboral. Si bien la diferencia encontrada no es alta y tampoco causal, sí permite concluir que la gratuidad no lo hace mejor cuando hablamos de retención”.
Buscando el modelo
Cuando se observa la situación de la mitad de los estudiantes más pobres, que es donde la gratuidad entrega su mayor cobertura, la retención aumenta y llega al 77%, frente al 75% de retención del CAE. Sin embargo, la combinación entre el CAE y una beca sigue siendo más efectiva (82%).
¿Es este último el modelo ideal? Vergara afirma que “un buen diseño de crédito estatal junto a una beca, sería un mejor sistema que la gratuidad, ya que podría no generar los déficit que esta última produce en las instituciones y en el Estado”.
Por eso, dice que si se asume que “las mayores tasas de retención se generan por la necesidad de dar una retribución en el futuro, uno podría pensar en dar gratuidad mientras se estudia, pero que luego a los estudiantes que les vaya bien en el mercado laboral devuelvan los recursos”.
Sin embargo, Víctor Orellana, director de la Fundación Nodo XXI, afirma que “la literatura internacional dice que no es cierto que la gente se preocupe más de llevar adelante sus carreras al tener créditos. Eso se ha discutido mucho, pero no hay consenso, y diría que el problema de la duración de las carreras es fundamentalmente académico. Existe la insistencia de ver ese problema como uno puramente económico. Ese es el error de gratuidad y Acción Educar comete el mismo error”.
A su juicio, la retención estudiantil “es un problema académico, condicionado por variables sociales. Reducir esa complejidad y sus dificultades académicas a un problema económico, de deudas o de financiar un año más la carrera, es una brutalidad. Diseñadores y críticos de la gratuidad están en el mismo error, y eso transforma todo esto en una pelea de sordos”.
El nuevo crédito
El estudio también analizó cómo era la retención entre las carreras: en aquellas ligadas a Agricultura, Ciencias, Educación, Ingeniería, Construcción y Servicios, el CAE tiene una mejor retención. Mientras que la gratuidad es más efectiva en los programas ligados a Ciencias Sociales, Humanidades y Artes.
Los datos cobran relevancia en medio de la tramitación, en el Senado, del Sistema de Financiamiento Solidario (SIFS), un crédito estatal que reemplazará al CAE y que, entre sus novedades, excluye a los bancos de su administración. En materia de retención, Vergara cree que el SIFS “podría funcionar igual o incluso mejor que el CAE, ya que propone incentivos a los estudiantes y a las instituciones de educación superior, para que sus estudiantes se mantengan y egresen”.
Según la propuesta del Gobierno, el SIFS tendrá una tasa de interés del 2% anual, la que estará subsidiada. Además, los estudiantes del 60% más pobre del país no pagarán mientras estén estudiando, y ningún alumno pagará más del 10% de sus ingresos una vez que empiecen a trabajar.