Existe consenso entre la evidencia y literatura que organizar el año escolar en períodos de tiempos establecidos tiene efectos positivos en el desempeño académico de los estudiantes, sobre todo en los más vulnerables, así como impactos en variables no académicas: convivencia y clima escolar.
Sin embargo, para que esto sea posible es clave involucrar a la comunidad educativa en la planificación y desarrollo de las actividades, ya que en el caso de que no funcione la estructuración sean los primeros en enterarse y aceptarlo.
Países de similares características al nuestro como son México, Argentina y
España organizan su calendario escolar en base a trimestres. Además, durante este y el año anterior han debido reestructurarlo nuevamente en función de las necesidades de sus comunidades educativas y la situación sociosanitaria de sus territorios, privilegiando siempre la reapertura de las aulas de clases.
Antecedentes:
La organización del calendario académico históricamente ha sido construida como una respuesta frente a las necesidades económicas y sociales de las comunidades.
Los resultados de un estudio de Kneese (2000), quien evaluó el desempeño de los distritos escolares que aplicaron cambios a su calendario escolar, muestran que el grupo que sufrió cambios en su calendario mejoraba su rendimiento en 0,12 desviaciones estándar y que pre y post intervención el puntaje en pruebas estandarizadas mejora en 0,11 desviaciones estándar.
Por otro lado, el estudio de Cooper y coautores (2003), realiza un meta-análisis a partir de distintos estudios que han evaluado los efectos de extender el calendario y/o modificar su organización. Dentro de sus principales hallazgos está el hecho que dentro de un mismo distrito escolar o incluso de una escuela pueden convivir diversas formas de ordenar el año académico. De los 58 distritos escolares estudiados, en 36 se encontraron efectos positivos y en 22 efectos negativos producto de la modificación del calendario.
En el mismo estudio de Cooper y coautores (2003), se señala que los profesores reportaron altos niveles de satisfacción en distritos escolares que modificaron sus calendarios escolares. Asimismo, el estudio de McDonald y coautores (2008), señala que podrían existir efectos incluso en la salud mental de los estudiantes, en la medida que una mayor cantidad de pausas y recesos disminuiría la sensación de estrés y agotamiento a la que se ven expuestos los estudiantes frente a periodos extensos de clases.
Ventajas y desventajas de modificar y/o extender el año escolar:
En base a lo anterior, a continuación se presentan las ventajas y desventajas de modificar la organización del año escolar en alumnos, profesores y establecimientos, y sociedad en general.
En cuanto a las ventajas que habría en los alumnos; se incrementaría el tiempo de enseñanza y mejoraría el rendimiento académico, aumentaría levemente la asistencia, habría mayor cobertura del currículo, más oportunidades para aprendizaje experimental y para niños vulnerables.
En cambio en las desventajas de este grupo; se puede ver que se incrementaría el cansancio y decrecería el esfuerzo de los estudiantes, habría menor tiempo para actividades extraacadémicas, y los recesos sucesivos podrían afectar la capacidad de retención y requerirían mayor tiempo para nivelar.
Por el lado de los profesores y el establecimiento, se puede analizar que en las ventajas habría prevención de estrés y síntomas de burnou (trastorno o enfermedad que se caracteriza por un estado de agotamiento emocional, una actitud cínica o distante frente al trabajo o escuela, y una sensación de ineficacia y de no hacer adecuadamente las tareas) de los docentes, potenciaría la creación de estrategias de nivelación o cursos remediales, y existiría mayor cobertura curricular.
Respecto a las desventajas de esta dimensión, se daría un aumento en los costos por concepto de salario docente y mantención de infraestructura.
Por último está la sociedad en general, que tendría las siguientes ventajas; disminución de los costos en cuidados y/o guarderías, facilidad en el calendario y transporte de los padres, reducción del crimen, y aumentaría la productividad en el largo plazo.
Sin embargo, en las desventajas de este grupo estaría que; podría afectar los tiempos y dinámicas familiares (no coinciden vacaciones de los padres con las de sus hijos), se podrían tener efectos adversos en programas sociales dirigidos a población vulnerable y darse potenciales pérdidas para empresas o negocios que contratan jóvenes en edad escolar durante vacaciones de invierno o verano.
Conclusiones
– Se puede decir que los efectos de la reestructuración del calendario académico, logra tener un efecto positivo en los aprendizajes de los estudiantes, sobre todo en los más vulnerables. Además, podría tener efectos en variables no académicas como en la convivencia escolar o incluso en la salud mental de los estudiantes.
– Sin embargo, para lograr lo anterior se requiere que dicha medida sea consensuada con toda la comunidad educativa sumado al hecho de que se deben dar garantías que esta modificación va de la mano de una mejora en calidad de enseñanza y una correcta gestión y uso del tiempo.
– Por su parte, la descripción de otros países, con similares características al nuestro, que han implementado formas de organizar el calendario de manera trimestral; y que hoy producto del COVID-19 han reestructurado sus jornadas escolares, permite proyectar la factibilidad y capacidad que tiene la institucionalidad educacional y los establecimientos educacionales para dar cumplimiento de forma efectiva a un calendario de forma trimestral y/o al establecimiento de jornadas diferidas según las capacidades y características de los colegios.
Descarga aquí la minuta sobre reestructuración del calendario escolar.
FOTO: Paico Oficial on Unsplash