Las alzas más importantes se registraron en colegios de San Joaquín, Cerrillos y Conchalí. Allí, el incremento sobrepasó las seis décimas.
Hace cinco años, el Consejo de Rectores anunció la incorporación de un ranking de notas al proceso de admisión de la educación superior, el que se sumaría a los factores de selección ya existentes: notas de enseñanza media y la Prueba de Selección Universitaria (PSU).
A través de este instrumento -que sigue vigente hasta hoy- se buscaba bonificar el desempeño académico de alumnos de buen rendimiento escolar en relación a su contexto educativo.
Sobre esa base, la Universidad de Talca elaboró un estudio para analizar cómo reaccionaron las notas de los establecimientos educacionales del país a partir de la instauración del nuevo sistema, así como su efecto posterior en los resultados de la PSU.
Según detalla Bernardo Lara, investigador de la Facultad de Economía y Negocios del plantel y uno de los tres autores del estudio, se revisaron las notas de más de 2.913 colegios municipales, particulares subvencionados y particulares pagados entre los años 2008 y 2014.
Aumento generalizado
“La conclusión más general es que hubo un alza generalizada de las notas en los colegios (…) y no es que los alumnos hayan empezado a estudiar más”, ironiza Lara (ver infografía).
Según la evidencia recogida, a nivel nacional el conjunto de los establecimientos de enseñanza media presentó un alza de 2,1 décimas.
El mayor incremento se observa en los establecimientos municipales, con 2,2 décimas. Les siguen los colegios particulares subvencionados, con 1,9 décimas. Los casos más significativos se registraron en tres comunas de la Región Metropolitana (Conchalí, Cerrillos y San Joaquín), que presentaron aumentos superiores a las seis décimas en sus promedios.
Al contrario, los colegios particulares pagados no experimentaron mayores variaciones. “Miramos los colegios municipales y subvencionados, y los dos demuestran un comportamiento bastante parecido. Lo que no se ve tan claro es lo que ocurre en los particulares”, comenta Lara.
A su juicio, esto puede obedecer a que ese tipo de establecimiento “entiende” que aumentar las calificaciones no es una práctica sostenible en el tiempo. Pese a ello, el investigador asegura que estas “inflaciones” no tienen un respaldo, ya que no se observa un incremento en los puntajes PSU de los estudiantes.
Para Raúl Figueroa, director ejecutivo de Acción Educar, esto era esperable a partir de la puesta en marcha del ranking. “Por su diseño, que en la práctica más que un ranking se trata de una bonificación a las notas de enseñanza media, era predecible que iba a generar estas distorsiones y a motivar una inflación que no necesariamente refleja el nivel de logro de los alumnos”, concluye.